Árboles maestros

Un árbol dice: en mi vida se oculta un núcleo, una chispa, un pensamiento, soy vida de la vida eterna. Es única la tentativa y la creación que ha osado en mí la Madre Tierra. Única es mi forma y únicas las vetas de mi piel, único el juego más insignificante de las hojas de mi copa y la más pequeña cicatriz de mi corona. Mi misión es dar forma y presentar lo eterno en mis marcas singulares.

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Un árbol dice: mi fuerza es la confianza. No sé nada de mis padres, no sé nada de miles de retoños que todos los años provienen de mí. Vivo hasta el fin del secreto de mi semilla, no tengo otra preocupación. Confío en que Dios está en mí, confío en que mi tarea es sagrada y vivo de esta confianza.

Los árboles tienen pensamientos dilatados, prolijos y serenos, así como una vida más larga que la nuestra. Son más sabios que nosotros, mientras no les escuchamos. Pero cuando aprendemos a escuchar a los árboles, la brevedad, rapidez y apresuramiento infantil de nuestros pensamientos adquieren una alegría sin precedentes. Quien ha aprendido a escuchar a los árboles, ya no desea ser un árbol. No desea ser más que lo que es.

El caminante, Herman Hesse

*Miss X*

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Miss X, sí, la menuda Miss Equis,
llegó, por fin, a mi esperanza:
alrededor de sus ojos,
breve, infinita, sin saber nada.

Es ágil y limpia como el viento
tierno de la madrugada,
alegre y suave y honda
como la yerba bajo el agua.

Se pone triste a veces
con esa tristeza mural que en su cara
hace ídolos rápidos
y dibuja preocupados fantasmas.

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Si quieres cambiar el mundo ama a un hombre

Si quieres cambiar el mundo… ama a un hombre… realmente ámalo…

Ama al hombre cuya alma llame a la tuya con claridad… al hombre que te ve… al que tiene suficiente coraje como para tener miedo…

Acepta su mano y guíala suavemente hacia el fondo de tu corazón donde él pueda sentir tu calidez y descansar… y quemar su pesada carga en tu fuego…

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Míralo a los ojos… encuentra a sus padres y abuelos y esas guerras donde sus espíritus lucharon… en tierras lejanas en tiempos remotos…
encuentra sus dolores y peleas y tormentos y culpas sin juicio… y déjalo todo ir… suéltalo… siente su carga ancestral… lo que busca es un refugio seguro en ti… déjalo derretirse en su firme mirada sabiendo que no necesitas espejar esa furia… porque tienes útero… una puerta profunda y dulce… para lavar y renovar viejas heridas…

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